
Me gustan las motos peculiares. No lo puedo evitar.
Si sigues este blog y lo que voy publicando con cierta frecuencia por Instagram, ya te habrás percatado de este detalle.
El caso es que hablar de motos eléctricas especiales y no nombrar a la marca que protagoniza este artículo sería un delito.
Por eso hoy te voy a hablar de Velocifero.
Ese nombre igual no te dice nada. No te culpo, no mucha gente lo conoce por estos lares.

La cuestión es que la historia de Velocifero, aunque no lo parezca, hunde sus raíces muy profundo, hasta principios del siglo XX. Yo creo que merece la pena que la conozcas.
Si pasas de historias, igual te interesa echarle un vistazo a las motos que han hecho y siguen haciendo esta gente, que llevan la autenticidad por bandera.
Velocifero es una empresa que surge del clan italiano Tartarini, pero antes de llegar a esa marca pasaron muchas cosas interesantes.
La trayectoria de esta familia, que escribió una página imprescindible en la historia del motociclismo, tiene bastante miga, y me planteo resumírtela.
Comencemos.
La familia Tartarini y las motos
Esta historia empieza con un señor llamado Egisto Tartarini, quien en los años ‘30 del siglo pasado regentaba una tienda y taller de motocicletas en Bolonia (Italia).
Como gran apasionado a las dos ruedas, fue también piloto con la mítica marca Moto Guzzi, compitiendo en carreras locales con sidecar, como el Circuito dei Giardini o la subida a la Colle dell’Osservanza.

En semejante ambiente nació Leopoldo Tartarini, alias Poldini, quien pronto se empapó del amor por las motos.
Por desgracia, su padre (Egisto), falleció cuando él estaba estudiando en la universidad, a causa de lesiones producidas en una carrera.
Esto no frenó la afición de Leopoldo, que fue aún más fanático de las motocicletas que su antecesor.
A principios de los años ‘50, la moto jugó un papel importantísimo como medio de transporte. Era la época de la recuperación económica tras la Segunda Guerra Mundial, y Leopoldo ya empezaba a competir en moto y a destacar en sus primeras carreras.
Primero participó en competiciones regionales con sidecar, con motos preparadas por él mismo, acumulando victorias que lo transportaron a eventos nacionales, donde se convirtió en capitán del equipo Ducati, marca afincada en la propia Bolonia.

A nivel comercial, Leopoldo tampoco se quedó quieto, y, mientras avanzaba en la competición, abrió su propio concesionario Benelli en Bolonia.
En las carreras, a pesar de su evidente talento, sufrió varios accidentes, siendo el más grave de ellos en 1956, tras caer por un acantilado, lo cual le retiró durante meses de las motos, temiéndose incluso que pudiera volver a andar.
Tuvo la suerte de poder recuperarse de eso, pero en 1957 la mala fortuna le persiguió.
El Gobierno de Italia prohibió repentinamente las carreras con público en el país tras el traumático accidente de la carrera Mille Miglia, en la que murieron 11 personas, cinco de ellas niños.

Tras esta trágica noticia, Leopoldo se quedó sin trabajo como piloto, pese a que su contrato con Ducati seguía vigente.
Entonces no se le ocurrió otra cosa mejor para ocupar su tiempo que dar la vuelta al mundo con una moto. Se lo propuso a Ducati y la marca aceptó el desafío.
Así, acompañado de su amigo Giorgio Monetti, responsable de exportación de la marca, llevaron sendas Ducati 175 T a recorrer millas por el planeta.
Imagínate realizar semejante gesta en el año 1957. Sin móviles, sin GPS, sin Internet, sin ayuda de ninguna clase.
Volvieron con éxito un año después, tras recorrer 60.000 km, 42 países y 5 continentes, lo cual proporcionó un gran renombre a la marca, y los pilotos se convirtieron en héroes nacionales en Italia.
Leopoldo Tartarini pasó a inscribir su apodo, Poldini, con letras de oro en la memoria colectiva del país.

Después de semejante aventura y la fama que le proporcionó, Leopoldo decidió empezar su trayectoria como empresario del motociclismo a gran escala.
En 1960, en su Bolonia natal, fundó Italemmezeta, una fábrica de motocicletas de 125cc con motores de la marca de Alemania del Este MZ.
Esto sorprendió a todo el mundo en la industria, ya que se consideraba imposible importar productos tecnológicos de esta región controlada por la URSS.
Italemmezeta destacó por marcar la diferencia con sus motos en detalles de diseño y producción, consiguiendo rivalizar con las marcas más importantes.
Su primer éxito fue un ciclomotor deportivo que se llamó Italjet, nombre mítico del motociclismo, que pronto se convirtió en su nueva marca.

Italjet, una marca que llegó muy alto
Pronto, la empresa empezó a crecer, y en 1964 ya estaba exportando su producción a cuatro continentes, un logro impresionante para un pequeño ensamblador italiano.
Otro de sus grandes hitos fue comercializar en 1965 motos de 500cc (más tarde también de 650cc) con motores de Triumph, otro acuerdo que también se consideraba casi imposible en aquella época.
La lista de logros de Italjet es difícil de comprimir, pero te subrayo algunos hitos importantes:
>>> Durante su existencia, Italjet llegó a emplear motores de muchas marcas: Jawa-CZ, Minarelli, Velocette, Royal Enfield, Norton, Horex, Triumph, Honda, Piaggio…
>>> Diseñaron varias motos (como la 860 GT o la 750 SS) para Ducati, con quien mantenían una excelente relación.

>>> Leopoldo Tartarini batió varios récords mundiales de velocidad en 1969 en un prototipo de coche de tres ruedas.
>>> En 1970 lanzaron la marca de minimotos Ossobuco, que tuvo una enorme aceptación.
>>> Fruto de otro acuerdo, llegaron a producir motos bajo la pionera marca estadounidense Indian.
>>> En los años ‘70 se convirtieron en los distribuidores de Yamaha para toda Italia, esquivando hábilmente la prohibición de importar motores desde Japón.
>>> Ganaron sucesivamente el Campeonato de Italia Junior de Motociclismo (125cc) entre 1973 y 1975.
>>> En 1977 se convierten en importadores y distribuidores de la marca española Bultaco.
>>> En 1978 lanzaron el Pack-A-Way, una minimoto plegable cuyo revolucionario diseño fue digno de ser incluido en la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA).

>>> En 1979 crean un prototipo de competición para trial, con componentes de Bultaco y Ducati, e Italjet acaba siendo Subcampeona del Mundo de Trial. A raíz de este éxito, empezaron a producir sus propias motos para este segmento.
>>> Y a partir de aquí pasaron más cosas, como las siguientes…
La tercera generación Tartarini
Sin duda, la labor y los logros de Leopoldo Tartarini en el mundo de las motos fueron realmente destacables.
Italjet siguió acumulando éxitos comerciales durante toda su trayectoria, aunque la llegada de las fábricas japonesas al mercado les hizo bastante daño.
En los años ‘80 acabó aterrizando en la empresa el hijo de Leopoldo, Alessandro Tartarini, quien se incorporó y revolucionó el departamento de diseño.
Y ¿adivinas cómo se llamaba su primer modelo de éxito?
Velocifero.
Era un scooter que mezclaba líneas clásicas y modernas, y lo tienes aquí debajo.

El fin de la Italjet clásica
Desde aproximadamente 1988 hasta el final de siglo, Alessandro firmó el diseño de algunos de los modelos más icónicos y recordados de Italjet.
Si tienes cierta edad, recordarás como yo algunos modelos míticos de la marca en la década de los ‘90, como el scooter Torpedo y, sobre todo, el tándem formado por el Italjet Formula y el Italjet Dragster.
El Italjet Formula, en su versión de 125cc, pasó a ser un scooter único en el mundo por llevar un motor bicilíndrico de dos tiempos. Una ida de olla total en 1994, que convertía a este scooter en un auténtico misil.
Hoy en día, el Italjet Formula 125 Twin es considerado una rareza y una cotizada pieza de coleccionismo.

Pero, sin duda, fue el modelo Dragster el que hizo volver las cabezas hacia Italjet de nuevo en aquella época.
Su diseño era tan rompedor y tan diferente a todo lo conocido en scooters, que era inevitable que llamara la atención.
Además, al igual que el modelo Formula, utilizaba una suspensión delantera alternativa sin horquilla, lo que le otorgaba un aspecto realmente único y exclusivo.
Eso sí, ni era barato ni era para todo el mundo.

Sin duda, Alessandro Tartarini revolucionó Italjet y el mundo del diseño sobre dos ruedas con sus ideas maravillosamente locas.
Por desgracia, la empresa no fue capaz de conseguir los resultados esperados a finales del siglo XX y principios del XXI.
Pese a todo, nunca perdieron el espíritu de competición, y entre los años 2000 y 2002 participaron incluso en MotoGP, en la categoría de 125cc.
En 2002, Piaggio compró el 20% del accionariado de Italjet, pero al año siguiente quebró, y ese fue el final del camino (profesionalmente hablando) para Leopoldo Tartarini.
Italjet en el siglo XXI
La marca india de motocicletas Kinetic compró los derechos de explotación de las motos de Italjet, que se siguieron distribuyendo por Asia con otros nombres.
Posteriormente, en 2005, Massimo Tartarini, otro hijo de Leopoldo (y hermano de Alessandro) compró la empresa.
Italjet tuvo un papel muy discreto en el mercado desde entonces. Se metieron, eso sí, en el sector de las bicicletas eléctricas mucho antes de que se pusieran de moda.
Así estuvieron mucho tiempo, hasta que en 2017 presentaron los planes para una nueva versión del Italjet Dragster, que llegó en 2021, y supuso otro hito sobresaliente en el mundo del diseño de motocicletas.

Como última anécdota sobre Italjet, hay que decir que, como buenos innovadores, estuvieron a punto de ser los primeros en sacar al mercado un scooter de tres ruedas.
Se trataba del Italjet Scooop (con tres oes por las tres ruedas), y estaba muy cerca de pasar a producción. Había ciertas esperanzas en que este modelo pudiera salvar a la marca de la ruina.
Desgraciadamente, no lo hizo.
El prototipo se presentó ya en 2001, y en aquel momento la marca pasaba por serias dificultades económicas, por lo que nunca se fabricó.

La ironía es que, en 2006, fue la italiana Piaggio quien llevó a los concesionarios el conocido MP3, el primer modelo con estas características.
Si bien estaba basado en la concept-bike de Aprilia denominada Los Angeles 500 (del año 2000, uno antes que el Scooop), hay quien afirma que Piaggio aprovechó la compra parcial de Italjet para adoptar su tecnología de tres ruedas sin problemas legales.
Sea como sea, el Piaggio MP3 acabó siendo un enorme éxito que se ha extendido hasta nuestros días. Ha sido imitado incluso por otras marcas, y ha acabado generando un nuevo nicho de mercado.
¿Qué hubiera pasado si Italjet lo hubiera sacado antes?
Nunca lo sabremos.

Alessandro Tartarini y el camino hasta Velocifero
Tras la quiebra de Italjet en 2003, Alessandro siguió desarrollando su actividad como diseñador industrial, trabajando en proyectos como el renacimiento de la mítica Lambretta, y en otros para marcas como Suzuki, Hyosung, Piaggio o Caterham.

Hoy en día, Alessandro dirige uno de los estudios de diseño de motocicletas más prestigiosos del mundo: Tartarini Design.
En 2013, Alessandro realizó una concept-bike para una incipiente marca de motocicletas llamada Over.
Se trataba del modelo Brutus y, desde luego, bruta era un rato.

La Over Brutus llevaba motor monocilíndrico Dinli (China) de 750cc, con transmisión automática por variador y las ruedas más bestias que pudieras imaginar.
Tanto es así, que, de hecho, el recorrido de las suspensiones era muy corto (80 mm delante y 100 mm detrás). No hacía falta mucho más, pues las ruedas ya hacían gran parte del trabajo.
La Brutus era una especie de reimaginación del clásico todoterreno Rokon, pero sin la tracción a las dos ruedas.
La cuestión es que esta moto nunca pasó a producción. Over desapareció poco después.
Sin embargo, podríamos considerar este ejercicio de diseño como el germen de lo que poco después sería Velocifero.
Una nueva marca con productos diferentes
Estaba claro que Alessandro Tartarini seguía sintiendo el gusanillo de tener su propia marca de motos.
Por desgracia, el 11 de septiembre de 2015, con 83 años, falleció Leopoldo Tartarini en la misma Bolonia que le vio triunfar y conseguir éxitos por todo el mundo.

Precisamente en ese año, Alessandro, desvinculado de Italjet (que seguía en manos de su hermano), lanzó Velocifero, una marca con el nombre de su primer éxito como diseñador en la empresa familiar.
No es fácil empezar a construir motos de la nada, así que comenzaron diseñando y vendiendo unos patinetes eléctricos realmente diferentes respecto a lo que tímidamente empezaba a moverse por aquellos años.
Su modelo estrella, que ha ido evolucionando hasta hoy, es el Velocifero Mad.

El hecho de que los patinetes eléctricos funcionaran bien en el mercado, ayudó a que, por fin, pudieran ampliar su catálogo hacia las motos eléctricas.
Y aquí es cuando en 2018 dan a conocer la Velocifero Beach Mad, una locura de moto, ideal para ir sobre la arena de playa, recordando a modelos todoterreno de ruedas anchas como la Suzuki VanVan o la Yamaha TW.
Todo ello mezclando el negro con colores fosforitos, un carenado mínimo, con el asiento y las estriberas casi en el aire, y un chasis único, que asemeja a una columna vertebral.

La verdad es que te podrá gustar más o menos, pero original y especial es un rato largo. No es de extrañar que no deje a nadie indiferente.
En realidad, por estos lares se homologó como ciclomotor eléctrico, por lo que, por normativa, no puede pasar de 45 km/h.
Los últimos datos de la Velocifero Beach Mad revelan que equipaba un motor de 3 kW de potencia (con picos de 5 kW), que proporcionaba 110 Nm de par.
Y hablo en pasado, pues, a día de hoy, ya no aparece como modelo en catálogo (sí aparece, extrañamente, en la sección específica de datos técnicos).

Sea como fuere, en el reciente salón de la moto EICMA de Milán, Velocifero ha presentado toda una nueva artillería en materia de vehículos eléctricos e incluso alguno de gasolina.
Por un lado, Alessandro ha querido volver a las minimotos que tan bien funcionaron en Italjet en los años ‘70 y ‘80 y ha creado el modelo Jump, que es una especie de homenaje a todo aquello.
Su motor es de 3,6 kW y su velocidad máxima es de 80 km/h, lo que la convierte en una fun-bike muy juguetona.

Por otro lado, Velocifero también ha presentado dos scooters.
Uno de líneas más tradicionales, denominado Tennis, y otro muy futurista destinado a usos industriales de carga y transporte, conocido como Oliver.

Y finalmente, también han apostado por evolucionar su modelo más famoso y convertirlo en el nuevo Beach Mad Sport.
Esta versión renovada equipa el mismo motor de 3 kW que llevaba el modelo Beach Mad estándar, por lo que sigue siendo un ciclomotor eléctrico, aunque parezca otra cosa.
Además, ahora el carenado es mayor y las estriberas ya no dan la apariencia de ir colgando de la moto. Eso sí, sigue siendo un vehículo extremadamente ligero, de tan solo 92 kg con batería incluida.

Por último, Velocifero ha presentado un modelo que en 2023 será su punta de lanza dentro de las motos eléctricas: la Race X.
Esta moto es una especie de scrambler futurista y guarda más de un guiño estético a la antigua Brutus de Alessandro Tartarini que mencioné antes.
Llevará el motor más potente hasta el momento para la marca, de 5 kW, brindando una velocidad punta de 120 km/h. Su batería será de 4,3 kWh y su rango de autonomía máxima se estima en 115 km.

El legado Tartarini
Espero que hayas disfrutado el viaje por las obras de la familia Tartarini tanto como yo preparando este artículo.
Por fortuna para todos, el talento de la tercera generación, representada por Massimo y Alessandro, sigue 100% en activo y evolucionando muy positivamente.
Italjet tiene un bombazo en las manos con el Dragster moderno, del cual ya tienen una versión eléctrica, que ya apareció en un reciente artículo de este blog (10 motos eléctricas que me compraría hoy).
Además, les auguro un brillante futuro con su nuevo monstruo: el Dragster 500GP.

Por otro lado, estoy convencido de que Velocifero tiene el potencial para crecer y hacer cosas muy interesantes dentro del mundo de las motos eléctricas.
No sé qué opinarás tú, pero yo creo que merece la pena permanecer atento a todo lo que esta venerable estirpe de creadores de motocicletas nos han de traer en el futuro.
Seguro que seguirán marcando la diferencia.
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