¿Serán las motos eléctricas la tumba del custom?

Terminator sobre una Harley-Davidson

Las motos custom son, sin duda, de las más peculiares que hay en todo el espectro motociclista, y sus usuarios se cuentan entre los más apasionados sobre dos ruedas. Sin embargo, este es un segmento del mercado que lleva varios años de capa caída tanto a nivel de ventas como en variedad de opciones, y eso antes de que llegaran las motos eléctricas.

Pero la cuestión es que ya han llegado. Y ahora ¿qué hacemos?

Para empezar, aclaremos qué es eso del custom...

Primera moto fabricada por Indian en 1903

Esta fue la primera moto fabricada por Indian Motorcycle Inc. (1903)

...que se nos llena la boca de palabrejas en el idioma de Shakespeare y muchos no saben muy bien ni de qué hablan. Así que vamos a dar primero un breve repaso histórico al asuntillo.

La inmensa mayoría de la gente de la calle piensa que las motos custom (o chopper) las inventó la marca Harley-Davidson, que es la más antigua, la auténtica y bla, bla, bla… pero esto no es así. No exactamente, al menos.

La marca Harley-Davidson nació en la localidad de Milwaukee (Wisconsin) y su origen se remonta nada menos que al año 1903. Sí, tiene un chorrazo de años, pero ni es la marca norteamericana más antigua (Indian comenzó su actividad dos años antes, en 1901), ni la corriente custom nació en esa época en absoluto, sino casi medio siglo después. De hecho, Harley e Indian fueron enconadas rivales comerciales desde siempre.

Primera observación: custom no es igual a Harley

Harley-Davidson existió durante décadas antes de que naciera lo que conocemos como motos custom. Durante todo ese tiempo, la marca del águila era un fabricante de motocicletas más, como tantos otros de la primera mitad del siglo XX.

El germen de todo esto se gestó, por caprichos del destino, en la Segunda Guerra Mundial.

Si bien todos sabemos que EE.UU se incorporó a la contienda en diciembre de 1941 tras el ataque japonés a Pearl Harbour, el caso es que, en realidad, antes de eso, el gobierno estadounidense ya se olía el percal y se estaba preparando para entrar en guerra.

Avión norteamericano tras el ataque a Pearl Harbour

Avión estadounidense tras el ataque japonés a Pearl Harbour

Ante la necesidad de mover unidades con rapidez y agilidad en territorio enemigo, EE.UU. decidió sacar a concurso un contrato público para la fabricación de motocicletas para su ejército, y ahí se presentaron (medio voluntarias, medio obligadas) tanto Harley-Davidson como Indian.

Sin embargo, fue la primera la que se llevó el gato al agua en mayor medida, si bien ambas marcas estuvieron produciendo motos para la guerra.

Así pues, en 1941, Harley despachó al gobierno de EE.UU. 88.000 unidades de su modelo WLA, y produjo también 20.000 de otra variante (WLC) con camuflaje de invierno para Canadá, e incluso 30.000 unidades con sidecar para la URSS. Curioso.

Harley-Davidson WLA

El icónico modelo Harley-Davidson WLA de la 2ª GM (1942)

Por su parte, Indian también fabricó alrededor de 40.000 motos para el ejército de su país, especializadas en desplazamientos por el desierto, e incluso envió 5.000 unidades a Francia (poco antes de la ocupación nazi), pero éstas últimas nunca llegaron a su destino, pues un submarino alemán las mandó a reposar a las profundidades marinas.

Aparte de eso, el ejército norteamiericano decidió que sus Jeep Willys hacían mejor servicio que las Indian para el fin que las habían producido y finalmente su papel en el conflicto fue más reducido. La cuestión es que, por todas estas razones, la mayor parte de las motos que pisaron Europa en la 2ª GM y que nos hemos hartado de ver en pelis y series ambientadas en el conflicto bélico eran Harley-Davidson.

Indian 841

Estas Indian 841 con motor en V perpendicular al sentido de la marcha (esquema que más tarde popularizaría Moto Guzzi) también participaron en la 2ª GM

Entonces llegó un buen día en que la guerra, por fortuna, acabó, y de entre sus consecuencias más exóticas e inesperadas, surgió esto que llamamos custom y que, desde luego, no inventó Harley… pero sí se dedicó a explotarlo.

Las motos custom las crearon los ex soldados americanos

Tras la Segunda Guerra Mundial, el ejército de EE.UU. tenía un enorme excedente de motocicletas que no quería para nada. Y como he comentado antes, había muchas más Harley-Davidson que Indian. Algo que fue puramente circunstancial, pero que terminaría siendo muy relevante para el futuro de ambas marcas.

Para quitárselas de encima, lo que hizo el gobierno fue vendérselas a los jóvenes ex combatientes por un precio simbólico. Éstos, que habían sobrevivido al horror de la guerra y atravesado infinidad de situaciones límite, estaban intentando reintegrarse (muchas veces sin éxito) en la floreciente y mojigata sociedad de consumo americana, que no acababa de entender lo que ellos habían experimentado y empezaron a sentir cierto rechazo por parte del resto de la población.

Grupo de moteros norteamericanos en 1945

El Winnipeg Roughriders Motorcycle Club (1945)

Hay que considerar que entre 1939 y 1945 no había medios de comunicación audiovisuales, y los americanos vivían muy aislados de la cruda realidad de la guerra, siguiendo su cómoda existencia durante el conflicto con relativa normalidad, ajenos a la destrucción, el miedo y la muerte en directo.

El descontento de los jóvenes ex soldados con lo que les rodeaba, provocó que se empezaran a reunir en pandillas callejeras, cuyo nexo en común era el pasado combatiendo en el frente y las motos que allí les acompañaron. Así empezó de forma progresiva un cierto movimiento de rebeldía de estos grupos con respecto al resto de la sociedad.

En cuanto a las motos, resulta que los soldados americanos habían conocido durante la guerra los modelos que había en Europa, mucho más sencillos, ligeros y manejables… y quisieron que sus vehículos se asemejaran a aquellas. De este modo, empezaron a quitar componentes a sus motocicletas, restando peso inútil y dejándolas en la mínima expresión funcional.

Harley años '40 restaurada

Harley de los años '40 (restaurada) reducida a la mínima expresión

Es de esa costumbre de donde viene el término chopper, del verbo inglés to chop (cortar). Y paralelamente también el de custom, que deriva del verbo to customize (personalizar), pues esta gente es lo que hizo con sus motos: personalizarlas de modo que fueran únicas.

Además, todo lo anterior fue acompañado del uso de símbolos bélicos que les enorgullecían como vencedores, y que usaban a modo de trofeo: águilas imperiales, cascos nazis, cruces de hierro alemanas y demás. Una mezcla un tanto rara, que produjo muchos malentendidos con el paso del tiempo.

Por último, el nacimiento del rock en los años 50 fue otro rasgo de identidad que adoptaron rápidamente estos grupos por su sonido rompedor comparado con la música habitual de la época, y a día de hoy esta asociación entre custom y rock’n’roll permanece vigente.

Esos fueron los ingredientes primigenios del mundo custom: soldados que cortaban y personalizaban sus motos, símbolos alemanes a modo de trofeos tribales y música rock.

Evolución y degeneración del mundo custom

La mayor parte de las primeras motos custom estaban basadas en la arquitectura mecánica Harley-Davidson. La marca, muy avispada, pronto empezó a rentabilizar y explotar este movimiento cultural, convirtiéndose de este modo en la marca icónica por antonomasia del custom… como regalo caído del cielo.

La mala trayectoria comercial de su archirrival Indian en los años ‘70 (que culminó con la bancarrota en 1977) provocó que durante muchos años Harley campara a sus anchas en el mercado, prácticamente sin competencia durante bastante tiempo.

Pronto surgieron nuevos nichos dentro del custom, como las motos bobber (con ruedas de radios de idéntica medida en ambos ejes, casi sin guardabarros y a menudo con neumáticos de flancos blancos), las cruiser/bagger (preparadas en mayor o menor medida para viajar), las dragster (especializadas en aceleraciones radicales), las rat-bikes (motos montadas con desechos de desguace) y muchas otras.

Harley-Davidson tipo bobber (1950)

Harley-Davidson modificada, tipo bobber (1950)

Desde luego, lo que no se pretendía con estas motos era pasar desapercibido, tanto a nivel estético como acústico. De ahí que se extendiera el uso de escapes recortados y atronadores o largos como trompetas del infierno, los manillares imposibles, los metales cromados, las horquillas infinitas, el uso del cuero negro con flecos y tachuelas, y cualquier elemento visual que llamase la atención por excéntrico que fuera.

Aparte de esto, otros rasgos onmipresentes de las motos custom de esta época son: un gran peso y volumen, frenos bastante deficientes (a veces incluso sin pinza delantera), cierta tosquedad mecánica, vibraciones abundantes provenientes del motor, ruedas muy anchas (como mínimo, la trasera), suspensiones muy justas, y los más puristas dirían que un motor bicilíndrico en V.

Elvis Prestley sentado sobre una Harley Davidson (1957)

Elvis Prestley sentado sobre una Harley-Davidson (1957)

Bueno, y los que tengan mala leche apuntarían también que pérdidas de aceite constantes 😆, pero eso, por suerte, hace mucho tiempo que quedó atrás.

Por otra parte, el custom tampoco fue exclusivo de los EE.UU.

En el Reino Unido surgieron movimientos similares, más prácticos y comedidos a nivel estético, con motos mucho más ligeras y espíritu de carreras, cuyos mayores exponentes fueron las denominadas cafe-racer (utilizadas para competir en el recorrido de cafetería a cafetería a toda leche) o las scrambler (con escape elevado y aptitudes off-road), que tanto apasionaban al actor Steve McQueen.

Motos custom tipo cafe-racer

Clásica estampa británica de los años '60/'70 a la salida de una cafetería

Sin embargo, el mundo custom británico no caló tanto en los países de alrededor como el de los yankees.

En los años ‘60 y ‘70 la cultura custom americana se fue popularizando más y más. Los motoclubes y sus delegaciones (denominadas chapters) se expandieron por todo EE.UU. y empezaron a cruzar fronteras.

Por su fuera poco, en 1969, Peter Fonda, Dennis Hopper y un jovencísimo Jack Nicholson de eterno paquete nos regalaron la película Easy Rider, que divulgó aún más las señas de identidad de estos grupos moteros y sus ansias de libertad y de ser diferentes.

Paradójicamente, con el paso de las décadas, una corriente social espontánea que empezó con motos supervivientes de la guerra vendidas a precio de saldo a ex combatientes, acabó siendo un mercado de motos para ricos cuyo precio tenía poca justificación (y conforme iba evolucionando el motociclismo, fue teniendo cada vez menos), más allá de pertenecer al ‘selecto’ club de los rebeldes sobre dos ruedas con motos peculiares.

Harley-Davidson abanderó y exprimió sabiamente este movimiento, convirtiendo a sus clientes en devotos evangelistas, que pagaban lo que hubiera que pagar por sus productos. Su marca se convirtió casi en una religión, un icono al nivel de otros gigantes mundiales como Coca-Cola, McDonald's, Apple y poco más. Vamos, el Olimpo del marketing.

Tatuaje de Harley-Davidson

¿Es Harley-Davidson la marca más tatuada del mundo? Puedes apostar que sí.

Sin embargo, en los años ‘70 entraron con fuerza los fabricantes japoneses en el mercado motociclista de todo el mundo, con productos de mucha calidad, capaces de humillar en ocasiones a marcas que tenían mucha experiencia a sus espaldas.

La ofensiva comercial del sol naciente fue en todos los frentes y, por supuesto, llegó el día en que le tocó el turno a las motos custom también, y eso no sentó muy bien a los incondicionales norteamericanos, que veían cómo un país que fue enemigo en la guerra copiaba sus modelos y los reinterpretaba, vendiéndolos bastante más baratos que la sacrosanta Harley-Davidson.

Cartel de aparcamiento de  Harley-Davidson

Para colmo de males (para los yankees), la ingeniería japonesa era claramente superior, con una mayor suavidad de funcionamiento y una superior fiabilidad. Esta ‘injerencia’ japonesa en territorio americano desató muchas iras, llegando a hacerse famosas las quemas de motos custom que no eran americanas y, por tanto, tampoco ‘auténticas’.

La estupidez es lo que tiene...

Finalmente, entre los años ‘80 y ‘90, el cuasi monopolio de Harley en este segmento terminó para siempre y tuvo que compartir mercado con todas las marcas japonesas, e incluso con algunas europeas como BMW, Moto Guzzi y hasta Aprilia, que lanzaron modelos específicos reinterpretando el concepto de motocicleta custom norteamericana.

Moto Guzzi California III (1992)

Moto Guzzi haciendo custom a la italiana con la California III (1992)

La lenta desaparición del mundo custom en el siglo XXI

El siglo XXI se estrenó con una muy buena noticia para los amantes del segmento custom, que al mismo tiempo era una muy mala para Harley-Davidson: su archienemiga Indian había vuelto al mercado. Y a ésta no la podían acusar de no ser auténtica.

En realidad, hubo dos intentos de resurrección: uno que inició aún a finales del siglo anterior, en 1998, y que no llegó muy lejos, pues se declararon en bancarrota de nuevo en 2003; y otro en 2008, que sí fue el definitivo, tras la compra por parte de una firma inversora privada, y posteriormente adquirida a su vez por Polaris en 2011, que nos ha brindado joyas modernas como la que hay bajo estas líneas.

Indian Scout 100th Anniversary Edition (2020)

Indian Scout edición especial 100º Aniversario... del modelo, no de la marca (2020)

Sin embargo, podemos afirmar que en los últimos 20 años el custom como segmento motociclista ha ido perdiendo cuota de mercado lenta pero inexorablemente, ya sea por cambios de tendencias, por los precios desorbitados que tienen la inmensa mayoría de los modelos o porque las sucesivas normativas anticontaminación han hecho que no resulte rentable ir actualizándolas.

Hoy en día, de hecho, lo que queda del sector custom está muy radicalizado: hay muchas opciones en la parte de baja del mercado (125cc), bastante asequibles en general (ninguna de origen americano, por supuesto), y hay también bastantes opciones en el segmento premium, desde unos 14.000 € hasta el infinito en cuanto a precio… y hay muy poca cosa entre medias.

Harley-Davidson Fat Boy 2021

Harley Fat Boy 2021, 'desde' 26.100 €. O sea, lo mismo que cuestan... ¡4 motos Honda CB500F!

Los fabricantes japoneses están ya en clara retirada en este campo, y cada vez hay menos opciones custom en sus catálogos. Además, las pocas que hay, cada vez son más caras. Por poner un ejemplo, Yamaha sólo mantiene a la venta la XV950R en 2021… y lo hace como resto de stock Euro 4. Cuando se venda la última unidad, si no hay sustituta Euro 5, Yamaha ya no venderá más custom en España.

Los japoneses han abandonado también las pequeñas cilindradas, que ahora empiezan a explotar los fabricantes chinos, y todo parece indicar que en pocos años no habrá ningún modelo custom de origen nipón en absoluto.

Entonces, ahora, con la irrupción en el tablero de las motos eléctricas, que todos sabemos que serán las únicas motos que habrá en unos pocos años, que vienen con su ausencia de vibraciones, de ruido, y su contención de peso (al margen de las baterías) y volumen… ¿ha llegado la hora del apocalipsis custom?

La cosa pinta mal, para qué te voy a engañar...

En este año 2021 en el que nos encontramos, Harley-Davidson está en una situación económica muy delicada. Sus precios no han parado de subir en los últimos años, y se ha cargado de un plumazo toda su gama de entrada en Europa (Sportster y Street) por no haberla adaptado a la normativa Euro 5. Una pifia monumental.

Harley-Davidson Sportster 883 SuperLow

Bye bye, Sportster... Te quisimos mientras fuiste la única HD asequible.

Para colmo, en febrero de 2020 (justo antes de la explosión de la pandemia del coronavirus) dimitió su CEO, Matthew Levatich, tras 26 años al frente de la marca, lo cual ya era preocupante. Si me preguntas a mí, yo apostaría a la quiebra de Harley en menos de dos años.

Quizás te preguntes cómo es posible que una marca tan valorada como ésta llegue a una situación así. Y la respuesta es: tomando muy malas decisiones. No sabiendo adaptarse a la globalización, abusando de imagen de marca, no aportando el valor que marcan sus tarifas, desperdiciando la oportunidad de renovar a su clientela con sangre fresca y un largo etcétera que no voy a desgranar aquí.

Uno de los rasgos habituales de una marca al borde de hundirse es que empieza a dar pasos muy extraños. En este sentido, la gran novedad de la temporada de Harley para 2021 es una moto… trail: la Pan America. ¿Una moto trail? WTF??? Y para colmo, la pobre es fea como ella sola. En fin, juzga por ti mismo/a.

Harley Davidson pan America (2021)

No, en serio... ¿quién le ha dado el visto bueno a esto en Milwaukee?

Luego, por otro lado, tras eliminar las exitosas gamas Sportster y las Street, resulta que está desarrollando un proyecto para poner su logo sobre modelos naked fabricados por Benelli en China que llevarán el motor de la 302R, que sí, está bien… pero eso no es una moto custom ni mantiene el espíritu de lo que representa Harley. Preveo fracaso antes de nacer.

Proyecto de moto de Harley Davidson con Benelli

¿De verdad creen que esto es lo que desea un novato para su primera Harley?

Una cosa bastante inteligente que sí han hecho es producir una de las mejores motos eléctricas que hay disponibles hoy en día: la LiveWire. Sin embargo, se sitúa en un precio inaccesible para casi todo el mundo (33.700 €) y, por otro lado, tampoco parece un producto que vaya a robar el corazón a los clientes hardcore de la marca... que son casi todos.

Pero bueno, dejando a un lado a Harley, aunque sus ventas fueran viento en popa (que no es así), el mundillo custom parece abocarse hacia el precipicio definitivo, no porque lleguen las motos eléctricas, que también, sino porque las características que enamoran a los usuarios de este tipo de motos ya no van a ser viables.

Harley-Davidson Live Wire

HD Live Wire: la única buena idea de la marca en años. Lástima que nadie la pueda pagar.

Se acabaron los tubos de escape cromados.
Se irá para siempre lo de sentir las vibraciones y las pistonadas.
Adiós al ‘clonc’ metálico de la caja de marchas.
Se terminó el sonido Harley patentado.
Es más… apostaría a que incluso se acabará el Made in USA.

Lo siento, pero esto es así. Más vale que estés prevenido/a. Y, como ya dije en otro artículo, quizás creas que podrás aguantar con una moto actual y mantenerla eternamente, pero te aseguro que sólo es una cuestión de tiempo que se prohíba circular a los vehículos con motor de explosión.

Te quedan unos añitos de margen, eso sí. También puedes mudarte a EE.UU, donde sin duda aguantarán más que aquí en Europa.

Pero, bueno, quizás te estés preguntando: y ¿no hay ningún tipo de alternativa de futuro para el segmento custom?

Veámoslo.

Motos eléctricas custom: ¿eso existe?

Respuesta corta: NO.

Respuesta larga: sigue leyendo.

A ver, a mí ya me resultó muy llamativo que Harley-Davidson, la marca custom por antonomasia, no hiciera de su primer experimento eléctrico una moto custom, aunque al menos fuera estéticamente. ¡Es absurdo!

Y si ni Harley se atrevió a hacerlo… ¿qué podemos esperar del resto? Bueno, pues algunas cosas hay por ahí, aunque dudo que ningún purista les dé el visto bueno ni siquiera por la fachada. Del motor y demás ni hablamos ya.

Para empezar, tenemos la Evoke 6061, que de momento es poco más que un prototipo y no muy agraciado visualmente, pero ahí está. Eso sí, si las cifras técnicas se acaban cumpliendo, es una mala bestia: 160 CV y una autonomía de 480 km. Habrá que ver si es verdad.

Hay que decir que la versión en negro (que ronda por ahí en internet) queda bastante mejor que en este incomprensible gris de la imagen de aquí abajo, pero es lo que consta en su web.

Moto eléctrica custom Evoque 6061

Por otro lado tenemos a la gente de Tacita. Esta marca italiana de nombre tan peculiar está especializada desde hace muchos años en motos off-road eléctricas, pero ahora se está atreviendo con su primer modelo custom: la T-Cruise Urban.

Éste parece en un estado más avanzado de desarrollo que el anterior ejemplo. De hecho, incluso la puedes reservar si quisieras. Entre sus particularidades cuenta incluso con cambio de marchas simulado (simulado porque las motos eléctricas no tienen caja de cambios, claro está).

En fin, es otra alternativa.

Moto eléctrica Tacita T-Cruise Urban

Y por último, puedo mostrarte la Veitis, que para mí, es de las motos eléctricas más elegantes que existen. Eso sí, su apariencia es más de british cafe-racer que de custom americana, desde luego ¡pero simula un motor en V! No está nada mal.

El diseño y el cuidado de los detalles destilan buen gusto, y nos revelan que esta gente va en serio y que han querido trasladar el espíritu de este nicho tan especial al mundo de las motos eléctricas. El chasis es una preciosidad, el supuesto depósito también, las llantas de radios en negro, los guardabarros con apariencia de fibra de carbono...

Moto eléctrica Veitis

Personalmente opino que esta Veitis es una moto que nos demuestra que aún hay esperanza de futuro para las motos custom.

No, no volverán a emitir ruido como antes ni podrás experimentar las sensaciones físicas que transmite un motor de combustión de 103 pulgadas cúbicas, pero quizás haya salvación para todo lo demás, incluido el rock.

Pablo Ortiz
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